19.7.09

Una lección de vida

Hoy se cumplen dos años desde que se fue el Negro. Quiero recordarlo cagándome de risa con alguno de sus cuentos. Acá dejo, al igual que el año pasado, un fragmento de carácter más "reflexivo" (seguramente él mismo me cagaría a pedos por el término). Espero que lo disfruten.

Reiner se ajustó los lentes sobre el puente de la nariz

—Había un personaje en un libro de Huxley —dijo, entrecerrando los ojos—, no sé si era en Contrapunto o en Un mundo feliz —y mi falta de memoria no es para asombrar a nadie porque yo ya no me acuerdo si el Viejo Vizcacha está en el Martín Fierro de José Hernández o en Bases de Juan Bautista Alberdi—, había, le decía, un personaje en un libro de Huxley, que sostenía que San Francisco de Asís no lamía las llagas de los ulcerosos porque fuera un hombre piadoso o caritativo, Borzone, nada de eso. Lo hacía porque era un pervertido. Un pervertido. Eso decía ese personaje de Aldous Huxley sobre San Francisco de Asís. Y esto explica lo de su tío. Hay perversiones, Borzone. Hay perversiones... Véame a mí, sin ir más lejos, Estudie este rostro —Reiner se señaló la cara—. Observe esta calvicie tapizada de lunares oscuros, esta piel macilenta, estas ojeras, esta papada que me cuelga bajo el mentón, estos pelos que pugnan por escaparse de mis orejas...Y le estoy mostrando, apenas, la punta del iceberg, Borzone. Usted, Dios sea loado, no me ha visto en bolas. Una piel pálida, unos pechos caídos y fláccidos, un vientre prominente, unas piernas escuálidas y averrugosas con atisbos de várices... —fue bajando el tono de su voz como si la sola enumeración de sus atributos físicos lo llenara de desagrado—. Por no hacer mención de zonas más íntimas y recónditas, mi querido amigo. Muy bien, muy bien, muy bien... Si el día de mañana viene mi mujer y me dice: “Me inspira realmente repulsión el solo hecho de tocarte”, yo habré de entenderla perfectamente. Si me dice: “Te quiero mucho pero me da cierta repugnancia acostarme contigo”, puedo llegar a aplaudirla incluso a comprenderla. Yo tengo espejo, Borzone, no lo olvide.

Reiner abrió un paréntesis, que no duró mucho.

—Y si ella viene un día y me informa —continuó—: “El muchacho morocho y hercúleo que atiende en la granja de la esquina me invitó a pasar una noche con él”..¿Qué puedo yo decirle, amigo mío?... ¿Qué no vaya?... ¿Que no se dé ese gusto? Si yo la quiero realmente, si la aprecio, si la estimo, si la amo. ¿Voy a privarla de esa satisfacción? Al contrario, debo ir hasta la granja de la esquina y dejarle una propina a ese muchacho que hace feliz a mi señora. Si la quiero realmente, si la quiero...

[...]

Borzone dejó escapar un silbido casi inaudible

—Pero... —probó de nuevo, estoico—. ¿A usted le parece tan probable que su mujer, su esposa hipotéticamente hablando, una persona mayor digamos, consiga tan fácilmente que el joven musculoso de la granja de la esquina la invite a pasar una noche con él? ¿O usted mismo, Profesor considera probable que alguna jovencita le brinde lo que ya no le brindaría, por ejemplo, una mujer... por decirlo de alguna manera...antiestética?

—El profesorado argentino —Reiner miró a los ojos a su interlocutor—, el magisterio, el Ministerio de Educación, Borzone, me ha recompensado durante años con una importantísima porción de su presupuesto, con sueldos generosos, verdaderas fortunas, para que yo, el día de mañana, jueves para ser más preciso, le pueda pagar a una profesional del amor lo que corresponde, mi estimado.

Los dos hombres quedaron un instante en silencio. Se escuchaba, apenas, desde detrás de la barra, algún entrechocar de pocillos y algo de la música funcional.

El fragmento pertenece al cuento Una lección de vida, del libro homónimo.

9.10.08

Obra de Teatro XXVII -> Zabaleta. Propuestas Olímpicas <-

Todavía era verano, Roberto Zabaleta viajaba en su Estanciera hacia un rumbo desconocido, con propósitos aún más desconocidos y, quizá, siniestros. A las 2 de la tarde hacía mucho calor en la ruta por lo que Zabaleta se había visto obligado a conducir desnudo y gritando. En el momento en el que lo encontramos está a punto de notar un auto averiado detenido al costado de la ruta. Seguramente procederá con presteza a brindar ayuda.

Zabaleta va conduciendo su Estanciera y se lo oye cantar:

Zabaleta: ¡Es cierto, muchos callaron cuando yo fui detenido! ¡Vaya con la diferencia yo preso, ellos sometidos! ¡Yo preso ellos sometidos! ¡Estamos prisioneros, carcelero! ¡Estamos prisioneros, carcelero! ¡Yo de estos torpes barrotes, tu del miedo!

En ese momento, desnudo y con el fervor revolucionario de su canto, nota la presencia de un auto averiado y se detiene a ofrecer ayuda. Detenerse implica impactar directamente y de frente contra un árbol cercano al auto. Luego del estruendo del impacto Zabaleta sale de la Estanciera, se cae al piso y vomita un poco...

Zabaleta: ¡Uaaarrrghhh! ¡Jesus, Dios! ¡Dooolooor! ¡Intolerable dolooor!
Hombre del auto averiado: ¡Dios mío!
Zabaleta: No, Roberto Zabaleta y he venido a ayudarle.
Hombre del auto averiado: ¿Está usted en perfectas condiciones? ¿Necesita ayuda?
Zabaleta: No podría estar mejor. Y es usted el que, por lo que puedo percibir, necesita ayuda. Deje todo en mis manos.
Hombre del auto averiado: ¿Por qué está desnudo?
Zabaleta: ¿Va a cuestionar todo lo que haga o aceptará mi ayuda?
Hombre del auto averiado: No, no, claro, claro... pero podría, al menos, ponerse un pantalón.
Zabaleta: No. Ahora veamos qué le sucede al auto.

Zabaleta y el hombre del auto averiado se dirigen hacia el capó del auto, que ya estaba abierto.

Zabaleta: Apàrtese, hereje, y déjeme pensar. Creo que puedo resolver esto.

Luego de 15 minutos de observar el capó del auto...

Zabaleta: Entendido. Deme la llave cruz.
Hombre del auto averiado: ¿Qué? ¿Para qué?
Zabaleta: Ya habíamos solucionado el tema de sus cuestionamientos. La llave cruz, por favor.

El hombre del auto averiado hace caso a la petición de Zabaleta. Apenas recibe la llave, Zabaleta golpea ferozmente el motor del auto y otros componentes delicados cercanos al mismo. Todo acompañado del grito "¡No! ¡No! No!" del mismo Zabaleta.

Zabaleta: Ahora enciéndalo.

El hombre del auto averiado hace, nuevamente, caso a la petición de Zabaleta. El auto arranca.

Hombre del auto averiado: ¿Cómo, en el nombre de Cristo, hizo eso?
Zabaleta: No tengo ni la más remota idea. Ahora debo continuar mi viaje.
Hombre del auto averiado: ¿Podría, acaso, hacerme un favor más? Aunque eso ya sería abusarme de usted.
Zabaleta: No, abusarse de mí sería, en todo caso, si usted tomar la llave cruz y, mojándola en la punta, la...
Hombre del auto averiado: No, no, es en sentido figurado, no importa.
Zabaleta: No comprendo, pero claro que lo ayudaré en lo que necesite.
Hombre del auto averiado: Sucede que yo debería dar una conferencia de prensa sobre mi postulación para integrar el comité olímpico, pero debo realizar otros menesteres y no llegaré a destino al horario pactado. Necesitaría que usted dé aviso de mi demora y entregue esta misiva.
Zabaleta: Absolutamente comprendido. Sólo indíqueme como Ahhhhhhh!!!
Hombre del auto averiado: ¡Dios mío! ¿Está bien?
Zabaleta: Sí, que me indique cómo llegar.

El hombre del auto averiado le entrega a Zabaleta un papel con las indicaciones. Lo lee y lo ingiere rápidamente.

Zabaleta: Ya memoricé todo.
Hombre del auto averiado: Voy a confiar en sus capacidades. Pero, ¿su auto está bien?
Zabaleta: Pffff, tranquilo, puedo ir a la Luna y volver con este auto en esas condiciones. Lo he hecho, tenga eso por seguro.

Diciendo eso, Zabaleta subió a su auto que arrancó sin el más mínimo problema y partió siguiendo las indicaciones hombre del auto averiado. Zabaleta llega a destino y para frenar el auto vuelve a impactar de frente con un árbol, causando alboroto.

Hombre que pasaba: ¡Dios santo! ¿Está bien?
Zabaleta: ¡Aaarrghhhh! Sí, por supuesto. Ahora, no me detenga, debo entregar esto inmediatamente.

Zabaleta ingresa al lugar en cuestión, donde se desarrollaría la conferencia.

Portero: Un momento, ¿dónde se dirige?
Zabaleta: Debo entregar esto a Sir Lancelot.
Portero: ¿A quién?
Zabaleta: No sé a quién. Ah, sí, al primero que encuentre. Sírvase usted.

El portero leyó la carta en dónde decía claramente: “Esta persona no me representa, no permitan que hable en la conferencia por mí”. Pero cuando el portero levantó la vista ya era muy tarde. Zabaleta ya había accedido al lugar de la conferencia y estaba hablando...

Zabaleta: En el mediocampo deberían claramente pararse Mascherano y 17 prostitutas.
Periodista 1: ¿Usted está consiente que eso no es una formación y ni siquiera respeta el número máximo de jugadores?
Zabaleta: Claro, comprendo, pero ¿usted diría que Maradona es reconocido por respetar los números que le son impuestos por la FIFA? ¡No! Y también yo digo que es sabido que en el mediocampo alcanza solamente con Mascherano.
Periodista 2: ¿También está usted consiente que esta conferencia de prensa no era para usted?
Zabaleta: Esta conferencia de prensa es tan mía como suya, inquisidor. Y aprovechando el momento quiero anunciar públicamente que voy a ser el próximo presidente del comité olímpico.
Periodista 3: ¿Tiene idea de qué debe hacer como presidente del Comité Olímpico?
Zabaleta: No, ni algo que se asemeje a una idea. ¿Otra pregunta?
Periodista 4: ¿Por qué no tiene el pantalón puesto?
Zabaleta: Vengo del baño. Allí olvidé cómo orinar y, tratando de recuperar mi capacidad, creí recordar que en un punto debía sacarme los pantalones. Luego me olvidé qué estaba haciendo sin pantalones, y finalmente también me olvidé los pantalones. ¿Algo más?
Periodista 5: ¿Qué planea modificar?
Zabaleta: En primer término modificaré algunos deportes. Hay que hacer cambios revolucionarios a esta competencia.
Periodista 2: ¿Cómo modificar deportes? ¿Podría dar algún ejemplo:
Zabaleta: Sí, varios.
Periodista 2: Bueno, delos.
Zabaleta: Ah, sí. Bueno miren, en primer término suprimiríamos la caminata olímpica que, claramente, no es un deporte y que además es aburridísimo por algo más novedoso: resistir patadas en las pelotas.
Periodista 1: ¿¡Resistir patadas en las pelotas!?
Zabaleta: Sí, ¿vió qué novedoso? Consiste en que una persona se queda parada mientas un jugador de fútbol le da patadas en los testículos, quién aguante mayor cantidad de patadas gana. La fuerza de las patadas irá aumentando de patada en patada.
Periodista 3: Eso es muy ridículo.
Zabaleta: ¿Ridículo? Yo en todo caso me preocuparía por lo peligroso que es.
Periodista 4: ¿¡Peligroso!?
Zabaleta: No, ¿quién dijo que sería peligroso? Bueno, voy a dar esta conferencia por terminada.

Patea la mesa y grita con los brazos en alto quizá, no lo sabremos, festejándose ignorantemente victorioso.

F I N

17.9.08

En la espera del Dr. Zabaleta

Estaba ya mentalizado a publicar algo. Ya tenía medio capítulo de Zabaleta escrito, así que digo "lo termino y lo publico, más de media hora no me lleva". Resulta que perdí el capítulo de Zabaleta; el hijo de un quintal de putas del ScribeFire me borró lo que tenía escrito, y claro está que no sé en qué parte del disco puse una copia ,ni cómo carajo puede llegar a llamarse. Por otra parte, yo sé que me propuse no postear nunca algo que no sea una historia de Zabaleta. Después se me ocurrió que era un buen homenaje para el aniversario de la muerte del Negro poner un fragmento de un cuento suyo. Ahora, finalmente, he decidido postear un cuento mío. Y, probablemente, este blog termine publicando fotogrtafías de travestis, si es que no pongo una ahora mismo. Así que, con la indulgencia de quién llegue a este punto sin haber ido a buscar un blog en el que haya fotos de travestis, les dejo estas poco aceptables páginas, que nunca fueron revisadas ni corregidas por lo cierto...

El de la pollera

--Yo lo veía pasar todos los días por afuera de la facultad. Para que te des una idea, está en plena peatonal. Es un lugar muy transitado, además hay muchos turistas, porque es una cuadra que es patrimonio de la humanidad. Y yo salía de dar clases a las ocho de la noche. O sea... es obvio que lo van a ver. No es que pueda decir: “están todos los pantalones sucios los llevé a lavar y me puse esto para ir a buscarlos, total nadie me va a ver”. Sí, cae de maduro que lo van a ver. Esa opción no era muy factible, pero es con lo primero que salió el Gordo apenas le conté.
-- ¿Le contaste al Gordo y no a mí?
-- Sí, te explico. El gordo está acostumbrado a que lo tomen de gil siempre, no va a salir por ahí a hacerse el vivo a costa mía, contando lo que le diga, porque se le va a dar vuelta y lo van a gastar a él. Entendeme, el tema era delicado, no le podía contar a cualquiera.
-- Pero es una boludez todo lo que estás diciendo.
-- ¡Esperá, esperá! Todavía no ves la verdadera magnitud del problema. Mirá, el tipo pasaba todos los días en pollerita al frente de la facultad. Te estoy diciendo que un tipo andaba por el medio del centro a las ocho de la noche en verano, que está más lleno de gente que en un superclásico, con una pollerita digna de una de esas minas que bailan en los programas de televisión.
-- ¡Ah la mierda!
-- ¡Sí! ¿Ves? Es complicado. Está bien, reconozco que la pollerita era a cuadritos y podía ser escocés el tipo... pero ¿y si no? ¿Si el tipo era argentino como vos o como yo? Ahí se pone jodido. Se pone jodido porque el tipo no era travesti. No es que andaba por ahí vestido de mina y arreglado como mina queriendo ser y verse como mina, con eso no hay problema. El problema es que tenía la pollerita pero estaba con sombra de barba, el pelo corto así nomás, como el del Negro, viste.
-- Claro, sí, te entiendo. Y ¿qué hiciste? Porque no te quedaste con la hipótesis del Gordo.
-- No, era una pelotudez lo que dijo. Me arrepentí ahí nomás de haberle dicho, decí que lo mandé a comprar helado y fue al toque y lo pagó él. Bueno, no importa. Después de eso le fui a preguntar a mi viejo. Siempre fue un tipo sabio.
-- ¿Qué te dijo?
-- “¡Es un escocés, pelotudo!”. Lo cual me hizo caer en cuenta de que quizá la opción más sencilla era la correcta. Sí, me había hecho tanto lío al pedo con un escocés que andaba por ahí nada más que usando su vestimenta clásica, folklórica, qué se yo.
-- Ahí está. No era tan jodido.
-- No, pará. Yo sé que mi viejo la tiene re clara en todo. Pero de esta estaba seguro, ese tipo andaba en algo raro.
-- Sí, la verdad que tenía razón tu viejo.
-- ¿Con lo de la pollera?
-- No, con que sos un pelotudo.
-- Pará, no seas atolondrado, escuchá. Agarré y lo seguí al tipo.
-- ¿Seguiste al escocés?
-- No era escocés... escuchá. Lo seguí de cerca unas cuantas cuadras. No muy de cerca, pero a unos pasos, me acercaba más en las esquinas, cuando esperaba el rojo del semáforo para cruzar. Caminé como boludo varias cuadras, mirando cómo caminaba, tratando de sacar de dónde era.
-- ¿Ahora sacás el origen de una persona por cómo camina?
-- Andá a cagar. ¿Me vas a escuchar? ¿Hablo yo o pasa un tren?
-- Dale, seguí.
-- Bueno. El tipo no daba ninguna señal de si era de acá o no. Conocía muy bien por dónde caminaba, pero un escocés puede vivir un par de meses y también se aprendería bien las calles. Después ví que le dieron un folleto y lo tiró en seguida, lo que me hizo creer que lo tiraba porque estaba en un idioma que no sabía leer, listo es extranjero. Mientras pensaba eso me dí cuenta que yo acababa de hacer lo mismo con el mismo folleto.
-- ¡Viste que sos un pelotudo!
-- Basta Tano, me cansaste. Me voy al carajo.
-- Te estoy jodiendo no te enojes.
-- Es que no podés joder con algo tan delicado.
-- Perdoná. Dale, no te interrumpo de nuevo.
-- La cosa es que cuando me estaba por volver, cuando nos frenamos en la esquina el tipo canta “Mozo, sirva un vaso más de caña”. ¿Entendés? Estaba cantando De puro curda. No hay forma que sea de Escocia si canta De puro curda en perfecto acento argentino. Ponele que sea un extranjero que le gusta el tango, ponele. Pero no les hacen escuchar De puro curda, les ponen a Piazzolla, a Gardel, a Pichuco capaz, pero nada más, un par de tangos o milongas conocidos y los mandan contentos a su casa sin conocer más que seis tangos. El flaco éste, estaba con una pollerita que de pedo le tapaba el culo, en una esquina llena de gente, cantando bajito “...yo tomo sin motivo y sin razón”.
-- ¡Uh, jodido!
-- ¿Ves lo que digo? Lo primero que se me vino a la mente fue mi viejo. Se había venido abajo su teoría del origen escocés. Un sabio, un grande, le había errado. Yo tenía razón, había algo raro.
-- Bueno, está bien. Era argentino, pero ¿a qué querés llegar?
-- Acá viene la parte jodida de la historia. Tengo un conocido que estudió diseño textil.
-- ¡Jajaja, qué putazo!
-- Sí, nosotros también nos cagábamos de risa. Ahora está en Francia, lleno de guita y se mueve las mejores minas de Europa.
-- Ah, bastante bien la hizo.
-- Ya creo. Es un flaco que conocí cuándo estaba viajando a inscribirme a la facultad, él se iba a inscribir a diseño textil. Yo me las re creía, porque iba a ser abogado, y ese boludo estudiaba esa pavada. Me daba charla el flaco en el colectivo, y yo le contestaba dos pelotudeces y no le deba bola. Hasta que hablando un poco más me di cuenta que era buen tipo, que estudiaba eso porque la madre era costurera y a él siempre le atrajo lo que ella hacía. Qué se yo. Bueno, ahí cambiamos los mails y nos escribimos un par de veces. Nos vimos también en algunas fiestas de un amigo en común. Y siempre el mejor de los tratos. Muy piola resultó ser, y parece que me apreciaba bastante. Un día volvió de Europa a Argentina y me llamó (yo le había dado el teléfono celular por mail) para tomar un café y charlar. Él ya me había contado que estaba trabajando en Europa y que le estaba yendo bastante bien. Y bueno, acepté para verlo y charlar un poco en persona.
-- Te quería empomar.
-- No seas tarado. Ya te dije que se mueve a las mejores minas de Europa, no es puchero. ¿Dónde me quedé? Ah, nos juntamos en el bar del Monse, pedimos unos licuados porque hacía calor.
-- ¿Licuados? Ah, bien putos los dos.
-- Pará boludo. Se puso a hablar de la moda y qué se yo de esto y lo otro. Y una de las cosas que él dijo es que hay diseñadores que le pagan a algunas personas para que salgan en las ciudades grandes con ciertos diseños de ropa que después se van a usar pero que ahora son más feos que una patada en el medio de las pelotas. Es cómo que van preparando a la gente para que se acostumbre a ver eso, que les entre de a poco.
-- Te zanateó lindo tu amigo el puchero.
-- ¿Qué zanata? ¿No te das cuenta de que puede ser? El mundo de la moda mueve mucha guita. Les pagan a estos salames para que anden por ahí vestidos de boludos para que después nosotros compremos eso cuando salga. Y el tipo de la pollerita era uno de esos. Un espía al servicio de la moda. Nos estaba inculcando, de a poco, el uso de la minifalda a los hombres.
-- Pero esa es una idiotez de un calibre más grande que la que dijo el Gordo.
-- Vos te reís, pero podía ser. La cosa es que yo estaba asustado porque tengamos que usar minifalda. ¿Te das cuenta? ¡Minifalda!
-- Y pero si no querés no la usás y listo.
-- No, ¿no te das cuenta? Es como esas mallas floreadas, ¿te acordás? Al principio parecían inmundas, pero después, sin darte cuenta, tenías una malla así, y una camisa... ¡hasta un reloj floreado me compré yo! Mirá si no iba a terminar con pollerita.
-- Y bueno, si la usás es porque te gusta y listo.
-- No, no da. En ese momento me va a gustar por la influencia de la nueva moda, no voy a ser yo, voy a estar cegado por la vanidad. Éste soy yo, lúcido, diciendo que usar minifalda es de mina. Me daba miedo.
-- Y bueno, ya está, aceptalo, va a ser más fresco que los pantalones largos. Tenés las tarlipes más en contacto con el aire.
-- No importa eso. Yo tenía miedo de tener que usar pollera. Y decidí seguir de nuevo al tipo.
-- ¿De nuevo? Ya te había empezado a gustar la cola del muchacho.
-- No, tenía que hablar con él. Preguntarle si estaba pagado por los diseñadores o algo así. Así que agarré otra tarde que salía de la facultad y lo seguí, después de caminar unas cuadras junté fuerzas para frenarlo. Lo paré y le dije:
-- Me gusta tu culo. ¡Jajaja!
-- Tano, te estoy por revelar el meollo de la cuestión y vos te cagás de risa.
-- Ah, cierto que era importante, dale.
-- Le digo: “te tengo que hablar, viejo”.
-- ¿Y qué dijo?
-- Me dijo: “sí, ya sé por qué es”. Me quedé helado yo. El tipo era vidente.
-- No, idiota, es obvio que era por la pollera. Si parás por la calle a un tipo que tiene una verga en la frente y le decís “hay algo que me llama la atención”, no son los ojos, seguro.
-- Bueno, Padre Brown, perdoname. Me pareció eso en ese momento. La cosa es que el tipo aceptó hablar. Lo invité a un café y vino de buena gana. “¿Querés saber por qué lo hago?”, me dijo. Asentí con la cabeza nomás. “Es mi forma de protesta social”, contestó.
-- ¡Uh! Lo que faltaba, es Nelson Mandela el tipo.
-- No, callate Tano, sos un ignorante. La tenía clarísima el tipo. ¿Sabés contra qué protestaba?
-- ¿Contra los pantalones náuticos?
-- No, bestia. Contra el establishment. Él se representaba la lucha así. Era como un pequeño atentado contra la sociedad establecida, contra nuestros pobres valores de decencia y dignidad, que avalamos mientras vivimos haciendo la guerra. Contra eso peleaba.
-- Otro que te zanateó.
-- No me zanateó. Lo bien que la hizo. Mirá cómo la peleó. Por lo menos él hace algo. Anda por ahí con pollera y asusta a boludos como yo que tienen miedo de que no les guste la moda. Y él lleva su estandarte de lucha.
-- Anda en bolas, bah.
-- Sí, anda en bolas. Pero único y libre. Lo admiro.
-- ¿Qué fue de la vida del tipo?
-- No sé. Desde ese día, siempre que pasaba me saludaba. Yo lo saludaba orgulloso. Pero de golpe dejó de pasar, ahora hace rato que no lo veo. Se debe haber vuelto al sur, creo que era de un pueblo del sur. Yo no lo ví más. Busqué en internet “tipo con pollera”, pero solamente encontré un montón de páginas de travas.
-- ¿Tenés alguna todavía?
-- Sos una bosta Tano, ¿no te importó nada la historia?
-- Sí, estuvo bueno, pero ¿a qué venía?
-- Este sábado, tipo ocho y media de la noche andá a la peatonal, a la altura de la facultad y fijate quién pasa con pollera.

F I N

19.7.08

El mundo ha vivido equivocado

Es imposible olvidarse del Negro. Les hago llegar unas reflexiones suyas que moldearon mi concepto de la vida:

—No. No —le llama la atención Hugo.— No. Ahora viene lo interesante. Porque yo te digo una cosa. Te digo una cosa... eh... Pipo. Te digo una cosa Pipo: El mundo ha vivido equivocado. El mundo ha vivido equivocado. Yo no sé por qué carajo en todas las películas el tipo, para atracarse la mina, primero la invita a cenar. La lleva a morfar, a un lugar muy elegante, de esos con candelabros, con violinistas. Y morfan como leones, pavo, pato, ciervo, le dan groso al champán mientras el tipo se la parla para encamarse con ella. Yo, Pipo, yo, si hago eso... ¡me agarra un apoliyo! Un apoliyo me agarra, que la mina me tiene que llevar después dormido a mi casa y tirarme ahí en el pasillo. O si no me apoliyo me agarra una pesadez, un dolor de balero. Eructo.
—Y eso no colabora.
—No. Eso no colabora —Hugo se pega repetidamente con la punta de los dedos agrupados en la frente— ¿A quién se le ocurre, a quién se le ocurre ir a encamarse después de haber morfado como un beduino? Es como terminar de comer e ir a darte quince vueltas corriendo alrededor del Parque Urquiza. Hay que estar loco.
—Sí. Es cierto.

Roberto Fontanarrosa, El mundo ha vivido equivocado

28.6.08

Obra de Teatro XXVI -> La velada romántica de Roberto Zabaleta <-

Antes de dar comienzo al relato de tan ilógica aventura quiero comentar que pude vencer al demonio y regularizar la materia de la que había hablado en el post anterior. En cumplimiento de lo pactado (con nadie, seguramente) aquí hay una nueva aventura del Dr. Roberto Zabaleta...

Era en sus años mozos. En la universidad. Zabaleta había conseguido que una señorita acepte una invitación suya a cenar a su departamento. Había preparado, de forma más o menos aceptable, algo que se asemejaba a una pizza. La señorita llegó y Zabaleta la recibió vestido solamente con un delantal de cocina, lo que alarmó a la convidada, de no ser por el tono relajado con que Zabaleta habló...


Zabaleta: Señorita... por fin ha llegado. Mentiría si digo que la estaba esperando, debido a mi incorrecta vestimenta, mas con su permiso me alistaré.

La muchacha, a pesar de su estado de alerta debido, en primer término a la palmaria desnudez de su anfitrión y en segundo lugar al modo en que había sido invitada, ingresó a la vivienda de Zabaleta...

----- Recuerdo de la invitación -----
Zabaleta: Hola Uooooooooooooooghhhhhhhhhh...
Muchacha: ¿Estás bien?
Zabaleta: Claro que sí. Uoghhhhhhhhhhhhhhhhh...
Muchacha: Entonces ¿por qué estás vomitando en una palangana?
Zabaleta: Simplemente porque así debe ser. Me pregunto si querrías venir a comer a mi casa mañana por la noche.
Muchacha: Me encantaría.
Zabaleta: Uooooogh!!! Genial!!! Uoooghhhh!!! GOOOOOOOOOOOOOOOOL!!! Te espero, esta es la dirección.
Muchacha: No, esa es la palangana.
Zabaleta: Bueno, entonces esta.
Muchacha: No esa es tu entrepierna.
Zabaleta: Claro. Tomo nota... mejor la escribo acá.
Muchacha: Bueno, nos vemos.
----- -----

Lo primero que notó al ingresar al departamento de Zabaleta fue que las cosas tenían escrito con marcador un nombre. Acto seguido vio bolsas de sal. Muchas bolsas de sal apiladas en un estante. Cuando Zabaleta volvió de ocultar su desnudez la muchacha lo interrogó sobre estas cuestiones.

Muchacha: Roberto... ¿por qué las cosas tienen nombre y por qué hay tanta sal apilada en ese estante?
Zabaleta: Para lo primero ni siquiera podría intentar esbozar una explicación que pueda parecer lógica. A la segunda cuestión respondo...

----- Recuerdo de la compra de sal -----
Padre de Zabaleta: He optado por una etrategia económica distinta para darte el dinero. En lugar de darte dinero todos los meses, te voy a dar toda la plata del año junta. Es hora de que aprendas a manejar el dinero. Acá están, siete mil doscientos pesos. Invertilos sabiamente.
Zabaleta: Perfecto.
----- -----

Muchacha: ¿Y compraste todo eso de sal?
Zabaleta: ¡No! ¿Te pensás que soy idiota? compré sal sólo por tres cuartos del dinero, con el resto compré lustramuebles. Trescientos setenta y dos frascos de líquido para lustrar muebles. Los tengo en la heladera.
Muchacha: ¿A todos?
Zabaleta: No, claro que no. Sólo los que entran. El resto está en la bañera. Y no los saco para bañarme.
Muchacha: Ah, claro.
Zabaleta: Sí, sabía que te impresionaría. Bueno, suficiente charla, debés tener hambre y ya está la comida. Aprovechando esta magnífica noche de estío, cenaremos en el balcón.
Muchacha: Qué buena idea...

Zabaleta acompaña a la muchacha hasta el balcón y regresa al instante con la pizza.

Zabaleta: Bueno, ahora sí.
(Luego de unos segundos)
Zabaleta: Me olvidé de lo que tenía que hacer.
Muchacha: La pizza.
Zabaleta: Ah, sí, hacer la pizza.
Muchacha: No, hacerla no, servirla.
Zabaleta: Comprendo. Servir pizza.

Zabaleta procede, efectivamente, a servir la pizza:

Zabaleta: Una para vos, una para mí, dos para vos, dos para mí.
Muchacha: ¿Las estás repartiendo como cartas, no?
Zabaleta: Tu intelecto apunta en el correcto sentido.
Muchacha: No se reparten así. Es sólo una porción por vez para cada uno.
Zabaleta: Sí, una sola.

Zabaleta logra comprender el precepto. Al comenzar a comer notan que en el balcón aledaño está desarrollándose una reunión festiva de estudiantes universitarios, reuniones conocidas también como joda, parranda, tole tole, o bardo indescriptible y, seguramente, bastante ilegal.

Zabaleta: No puedo tolerar esto. Voy a dialogar gentilmente con ellos para que bajen el volumen.
Muchacha: No hace falta, después de comer podemos ir adentro...
Zabaleta: Sí, es necesario que lo haga, no sólo por nosotros, sino por los demás vecinos que no tienen el valor que yo tengo para hacer respetar sus derechos.

Luego de pronunciar tan solemnes palabras, Zabaleta se dirigió al departamento vecino a hacer su solicitud. Y volvió luego de una extraña demora de 15 minutos para realizar la operación.

Muchacha: ¿Por qué tardaste tanto?
Zabaleta (con notorio aliento a Fernet): No, sí, no, debatíamos unas cuestiones sobre el ámbito de reserva de cada persona y el derecho a la libre expresión.
Muchacha: ¿Qué?
Zabaleta: Nimiedades. Continuemos la velada.

Pudieron seguir unos 15 minutos más hasta que el ruido proveniente del lado se hizo intolerable nuevamente.

Zabaleta: Veo que no escarmentaron. Deberé ir nuevamente.
Muchacha: No, no es necesario, preferiría ir adentro con vos...
Zabaleta: No, claro, pero toda la cuestión esa de los vecinos que dije hace un rato. Ya vengo.

Luego de decir esto, Zabaleta salió, presuroso, hacia el departamento vecino. A los pocos segundo se comenzó a oir fuertemente su risa y su inconfundible voz enunciando frases no del todo audibles. Luego de 25 minutos Zabaleta regresa a su departamento ya en cierta forma afectado por el alcohol, bastante desalineado y con la bragueta del pantalón abierta.

Zabaleta: Me han expresado su arrepentimiento. (Produce ciertos ruidos guturales indescriptibles). No seguirán molestando.
Muchacha: ¿Estuviste tomando?
Zabaleta: Imposible. Calumnias. Lujuria. ¡Viva Urquiza, muerte al tirano!
Muchacha: Bueno, por qué mejor no te acompaño a la cama y te acuesto y...
Zabaleta: Así lo haremos. Pero luego de que haga silenciar definitivamente a los involucionados de aquí al lado.
Muchacha: Pero no importa el ruido, porque...

Zabaleta se retira, prometiendo una ausencia brevísima. Inmediatamente se lo ve salir corriendo por el balcón del lado gritando...

Zabaleta: ¡Ayayayayayayayay!
Vecino: ¡Síiiiiiiiiiii!
Amigo del vecino: ¡Nooooooooo!

Transcurrida una media hora regresa Zabaleta a su departamento, ya visiblemente borracho, ingresa y grita: "¡Aghhhhhh Ruaaaaaaaaaaaaaaa Bssssss!". Busca tres envases retornables de gaseosa y se retira nuevamente. Se lo observa salir al balcón de su vecino semi desnudo, con un casco de motocicleta en la cabeza, bailando y frotándose contra la pared. La muchacha, que sólo pretendía usar a Zabaleta como objeto sexual, se va, indignada del departamento. Y Allí queda Zabaleta, ahora con dos mujeres que se frotan en él mientras se frota en la pared y que pretenden, también, utilizarlo como juguete sexual. Sí, allí queda, una vez más ignorantemente victorioso.

F I N

16.5.08

Y que sea lo que dios quiera...

Les juro que en algún momento voy a volver a escribir otra historia de Zabaleta. Es lo que más ansío. Pero sucede que este cuatrimestre en Derecho curso una materia que es lo peor que me pasó en la vida (sí, y estoy incluyendo a las materias de ingeniería, para los que me conocen). Por colmo de esto tengo, en esa materia, a una profesora que es lo más parecido a Lucifer. O no, mejor dicho a Lucifer mal cogido. Les doy un ejemplo: nos adelantó todo el cuatrimestre porque ella tiene que viajar, pero no nos va a dar ningún día de la semana de Mayo PORQUE TOTAL NO VIAJA EN ESA SEMANA. De más está aclarar que ya rendí el primer parcial y me limó el buje. Ahora tengo que estudiar para el segundo parcial el 19 de junio (2 días después de mi cumpleaños) y, si algún dios se apiada y apruebo, tengo que hacer el recuperatorio el 24 de Junio. No parece tan complicado, ¿no?. Bueno, tranquilos, para asegurarse de que nos va a hacer el orto, en el recuperatorio no entran los temas del parcial en el que te fue mal... no, no... entran los temas que no entraron en los otros dos parciales. Ahora sí. Es casi inminente la apoyada que me va a pegar, pero acá estoy, presentando batalla y deseando constantemente que le explote la cabeza mientras habla.
Estos son sólo pretextos, pero piensen que muchas veces quisiera pegarme un tiro en las pelotas antes que tener que estudiar eso... así que, por favor, les pido sean indulgentes. Eventualmente volveré a tener alguna idea para escribir.
Lo único que espero es poder salir de todo esto ignorantemente victorioso...

29.2.08

Obra de Teatro XXV ->Zabaleta y la extraña muerte del Sr. Lohan <-

Vestido con una pollera hindú, encontramos al Doctor Roberto Zabaleta en una heladería...

Zabaleta: ¿...y usted cree que eso es suficiente salsa de chocolate? ¡Eso no es suficiente salsa de chocolate? Yo no pagué cincuenta centavos de más para que luego me nieguen salsa de chocolate.
Empleado: Pero Doctor, ya gastamos dos frascos de salsa en su helado.
Zabaleta: Comprendo su punto, pero comprenda usted el mío.

Se acerca a la escena una persona que viene agitada...

Persona que se acerca: Doctor Zabaleta... gracias a Dios... necesitamos su ayuda.
Zabaleta: ¿Mi ayuda? espero que involucre mantener relaciones con señoritas con buena presencia.
Persona: Lo dudo. Soy Cristian Lohan, ha muerto el señor Teo Lohan, mi tío abuelo, y las circunstancias de su muerte son dudosas. Necesitaríamos de su pericia, su aguda intuición y sus afilados razonamientos para aclarar la situación.
Zabaleta: Ya creo que me necesitan. Ahora, usted, deme mi helado -lo de la salsa no se termina aún- usted, acompáñeme.
Hombre que estaba parado ahí: Yo no tengo nada que ver, sólo quiero comprar un helado.
Zabaleta: Le dije que me acompañe. No me discuta.... déjeme ver... helado, pollera, sr. Lohan, extraño... tenemos todo lo que necesitamos. Al batimovil.

Los tres se dirigieron hacia una moto extremadamente ridícula que poseía Zabaleta, quien al llegar se puso en la cabeza una pelota de fútbol cortada a la mitad que hacía las veces de casco...

Zabaleta: Ahora, suban, en esto llegaremos rápido.
Cristian Lohan: Es absolutamente imposible que los tres podamos movilizarnos en esa motocicleta.
Zabaleta: Eso cree usted. Suban, desarrollaremos velocidades nunca antes vistas.

Se subieron a la motocicleta que, en verdad, era increíblemente pequeña. Zabaleta iba parado sobre los apoyos de los pies, Cristian Lohan iba sentado en el diminuta asiento y el extraño de la heladería iba montado a las espaldas de Lohan. El ruido de la motocicleta era estruendoso, pero la velocidad apenas superaba los 10 kilómetros por hora.

Cristian Lohan: Allí es la casa de mi tío.
Zabaleta: Estábamos muy cerca, podríamos haber caminado.
Cristian Lohan: Claro, intenté explicárselo, pero se durmió manejando la moto mientras le hablaba.
Zabaleta: Son cosas que pasan.
Extraño de la heladería: ¿Puedo irme a mi casa?
Zabaleta: Claro que no, usted es el principal sospechoso.
Extraño de la heladería: ¿De qué me habla? Yo sólo quería un helado.
Zabaleta: Un helado y... matar al sr. Lohan.
Extraño de la heladería: Me quiero ir a mi casa.
Zabaleta: Ya va a tener mucho tiempo para ir a su casa cuando esté preso.
Extraño de la heladería y Cristian Lohan: ¿Qué?
Zabaleta: No importa. Vayamos dentro.

Al ingresar a la suntuosa casa del tío abuelo de Cristian Lohan se encuentran con su jardinero. Una persona un poco tosca, de grandes bigotes y prominente barba.

Jardinero: Sr. cristian, tal como usted lo pidió no toqué absolutamente nada y cuidé que nadie se acerque al jardín. Usted debe ser el Doctor Zabaleta, confiamos en que pueda ayudarnos.
Zabaleta: Por supuesto que podré ayudarlos. Ahora deben comprender que asignaré tareas que
tendrán que ser cumplidas con eficiencia y celeridad. cristian, prepare una sangría; extraño, arréstese solo; usted, sospechoso jardinero, cuénteme lo sucedido...
Jardinero: Bien, apenas estaba amaneciendo cuando...
Zabaleta: Comprendo...
Jardinero: El Sr. Teo Lohan...
Zabaleta: Comprendo...
Jardinero: Salía al...
Zabaleta: Comprendo...
Jardinero: Jar...
Zabaleta: Comprendo... No necesito saber más. Se trata de un suicidio.
Jardinero: Pero es imposible, lo encontraron decapitado y con un tiro en la cabeza.
Zabaleta: Tranquilo... piense un poco... primero puede haberse cortado la cabeza y luego de ponerla en el piso, pegarle un tiro.
Jardinero: No suena lógico. Al menos acompáñeme y vea el cuerpo.

Zabaleta y el Jardinero fueron al patio...

Zabaleta: ¡Dios! ¿Qué clase de enfermo pudo haber hecho esto? ¿Esta es la casa de Charles Manson?
Jardinero: Ahora... vea usted, lo extraño es lo siguiente... Yo vi al señor Teo Lohan salir al patio y lo seguí para alcanzarle su té. Lo seguí tan de cerca que, cuando él cerró la puerta que comunica la casa con el patio, yo tardé no más de tres segundos en abrirla. Y al abrirla ya lo encontré tirado aquí como lo ve usted ahora...

Zabaleta, que estaba mirando al jardinero mientras hablaba, volvió a mirar al cuerpo mutilado...

Zabaleta: ¡Ay Cristo Santo! ¿Qué demonios pasó aquí? No... no... tranquilo, ya tengo la respuesta. Vea usted, el señor Lohan salió al patio ya estando decapitado y sólo demoró un segundo en pegarse un tiro, usted no lo oyó porque seguramente dejó escapar un flato en el preciso momento en que estalló el arma.
Jardinero: Es una de las cosas más estúpidas que oí en toda mi vida.
Zabaleta: No lo crea tan así, sucede que...

En ese momento apareció Cristian Lohan con la sangría...

Cristian Lohan: Aquí tiene usted su brebaje, Doctor.
Zabaleta: Gracias, lo necesito para amoldar mis nervios.

Zabaleta procedió a ingerir el litro de bebida alcohólica sin respirar, demorándose un total de 20 segundos. Y luego volvió a ver al cadáver.

Zabalata: ¡Alguien llame a la Policía, hay un hombre muerto! ¿Qué diablos le pasó a ese hombre? ¡Alguien llame una ambulancia, necesita ayuda! ¡Pongan su cabeza en hielo!

Zabaleta arrojó la jarra contra el jardinero y lo desmayó. Luego impactó fuertemente con su rodilla en la entrepierna del sr. Cristian Lohan. Corrió hacia arriba y liberó al extraño que se había autoarrestado, lo advirtió de la macabra situación que había acontecido en el patio y se dirigió rápidamente hacia su moto.
Sucedió que el extraño llamó a la policía y ellos arrestaron a las dos personas que Zabaleta había dejado inmovilizadas en el piso, quienes fueron luego encontradas culpables del cruel y oscuro homicidio del sr. Teo Lohan.
Zabaleta huía por las montañas a muy poca velocidad en su motocicleta al grito de "¡Viva Urquiza. Muerte al tirano!". Allí iba, lentamente, ignorantemente victorioso.

F I N

 
Creative Commons License
Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-Sin Obras Derivadas 2.5 Argentina.