9.10.08

Obra de Teatro XXVII -> Zabaleta. Propuestas Olímpicas <-

Todavía era verano, Roberto Zabaleta viajaba en su Estanciera hacia un rumbo desconocido, con propósitos aún más desconocidos y, quizá, siniestros. A las 2 de la tarde hacía mucho calor en la ruta por lo que Zabaleta se había visto obligado a conducir desnudo y gritando. En el momento en el que lo encontramos está a punto de notar un auto averiado detenido al costado de la ruta. Seguramente procederá con presteza a brindar ayuda.

Zabaleta va conduciendo su Estanciera y se lo oye cantar:

Zabaleta: ¡Es cierto, muchos callaron cuando yo fui detenido! ¡Vaya con la diferencia yo preso, ellos sometidos! ¡Yo preso ellos sometidos! ¡Estamos prisioneros, carcelero! ¡Estamos prisioneros, carcelero! ¡Yo de estos torpes barrotes, tu del miedo!

En ese momento, desnudo y con el fervor revolucionario de su canto, nota la presencia de un auto averiado y se detiene a ofrecer ayuda. Detenerse implica impactar directamente y de frente contra un árbol cercano al auto. Luego del estruendo del impacto Zabaleta sale de la Estanciera, se cae al piso y vomita un poco...

Zabaleta: ¡Uaaarrrghhh! ¡Jesus, Dios! ¡Dooolooor! ¡Intolerable dolooor!
Hombre del auto averiado: ¡Dios mío!
Zabaleta: No, Roberto Zabaleta y he venido a ayudarle.
Hombre del auto averiado: ¿Está usted en perfectas condiciones? ¿Necesita ayuda?
Zabaleta: No podría estar mejor. Y es usted el que, por lo que puedo percibir, necesita ayuda. Deje todo en mis manos.
Hombre del auto averiado: ¿Por qué está desnudo?
Zabaleta: ¿Va a cuestionar todo lo que haga o aceptará mi ayuda?
Hombre del auto averiado: No, no, claro, claro... pero podría, al menos, ponerse un pantalón.
Zabaleta: No. Ahora veamos qué le sucede al auto.

Zabaleta y el hombre del auto averiado se dirigen hacia el capó del auto, que ya estaba abierto.

Zabaleta: Apàrtese, hereje, y déjeme pensar. Creo que puedo resolver esto.

Luego de 15 minutos de observar el capó del auto...

Zabaleta: Entendido. Deme la llave cruz.
Hombre del auto averiado: ¿Qué? ¿Para qué?
Zabaleta: Ya habíamos solucionado el tema de sus cuestionamientos. La llave cruz, por favor.

El hombre del auto averiado hace caso a la petición de Zabaleta. Apenas recibe la llave, Zabaleta golpea ferozmente el motor del auto y otros componentes delicados cercanos al mismo. Todo acompañado del grito "¡No! ¡No! No!" del mismo Zabaleta.

Zabaleta: Ahora enciéndalo.

El hombre del auto averiado hace, nuevamente, caso a la petición de Zabaleta. El auto arranca.

Hombre del auto averiado: ¿Cómo, en el nombre de Cristo, hizo eso?
Zabaleta: No tengo ni la más remota idea. Ahora debo continuar mi viaje.
Hombre del auto averiado: ¿Podría, acaso, hacerme un favor más? Aunque eso ya sería abusarme de usted.
Zabaleta: No, abusarse de mí sería, en todo caso, si usted tomar la llave cruz y, mojándola en la punta, la...
Hombre del auto averiado: No, no, es en sentido figurado, no importa.
Zabaleta: No comprendo, pero claro que lo ayudaré en lo que necesite.
Hombre del auto averiado: Sucede que yo debería dar una conferencia de prensa sobre mi postulación para integrar el comité olímpico, pero debo realizar otros menesteres y no llegaré a destino al horario pactado. Necesitaría que usted dé aviso de mi demora y entregue esta misiva.
Zabaleta: Absolutamente comprendido. Sólo indíqueme como Ahhhhhhh!!!
Hombre del auto averiado: ¡Dios mío! ¿Está bien?
Zabaleta: Sí, que me indique cómo llegar.

El hombre del auto averiado le entrega a Zabaleta un papel con las indicaciones. Lo lee y lo ingiere rápidamente.

Zabaleta: Ya memoricé todo.
Hombre del auto averiado: Voy a confiar en sus capacidades. Pero, ¿su auto está bien?
Zabaleta: Pffff, tranquilo, puedo ir a la Luna y volver con este auto en esas condiciones. Lo he hecho, tenga eso por seguro.

Diciendo eso, Zabaleta subió a su auto que arrancó sin el más mínimo problema y partió siguiendo las indicaciones hombre del auto averiado. Zabaleta llega a destino y para frenar el auto vuelve a impactar de frente con un árbol, causando alboroto.

Hombre que pasaba: ¡Dios santo! ¿Está bien?
Zabaleta: ¡Aaarrghhhh! Sí, por supuesto. Ahora, no me detenga, debo entregar esto inmediatamente.

Zabaleta ingresa al lugar en cuestión, donde se desarrollaría la conferencia.

Portero: Un momento, ¿dónde se dirige?
Zabaleta: Debo entregar esto a Sir Lancelot.
Portero: ¿A quién?
Zabaleta: No sé a quién. Ah, sí, al primero que encuentre. Sírvase usted.

El portero leyó la carta en dónde decía claramente: “Esta persona no me representa, no permitan que hable en la conferencia por mí”. Pero cuando el portero levantó la vista ya era muy tarde. Zabaleta ya había accedido al lugar de la conferencia y estaba hablando...

Zabaleta: En el mediocampo deberían claramente pararse Mascherano y 17 prostitutas.
Periodista 1: ¿Usted está consiente que eso no es una formación y ni siquiera respeta el número máximo de jugadores?
Zabaleta: Claro, comprendo, pero ¿usted diría que Maradona es reconocido por respetar los números que le son impuestos por la FIFA? ¡No! Y también yo digo que es sabido que en el mediocampo alcanza solamente con Mascherano.
Periodista 2: ¿También está usted consiente que esta conferencia de prensa no era para usted?
Zabaleta: Esta conferencia de prensa es tan mía como suya, inquisidor. Y aprovechando el momento quiero anunciar públicamente que voy a ser el próximo presidente del comité olímpico.
Periodista 3: ¿Tiene idea de qué debe hacer como presidente del Comité Olímpico?
Zabaleta: No, ni algo que se asemeje a una idea. ¿Otra pregunta?
Periodista 4: ¿Por qué no tiene el pantalón puesto?
Zabaleta: Vengo del baño. Allí olvidé cómo orinar y, tratando de recuperar mi capacidad, creí recordar que en un punto debía sacarme los pantalones. Luego me olvidé qué estaba haciendo sin pantalones, y finalmente también me olvidé los pantalones. ¿Algo más?
Periodista 5: ¿Qué planea modificar?
Zabaleta: En primer término modificaré algunos deportes. Hay que hacer cambios revolucionarios a esta competencia.
Periodista 2: ¿Cómo modificar deportes? ¿Podría dar algún ejemplo:
Zabaleta: Sí, varios.
Periodista 2: Bueno, delos.
Zabaleta: Ah, sí. Bueno miren, en primer término suprimiríamos la caminata olímpica que, claramente, no es un deporte y que además es aburridísimo por algo más novedoso: resistir patadas en las pelotas.
Periodista 1: ¿¡Resistir patadas en las pelotas!?
Zabaleta: Sí, ¿vió qué novedoso? Consiste en que una persona se queda parada mientas un jugador de fútbol le da patadas en los testículos, quién aguante mayor cantidad de patadas gana. La fuerza de las patadas irá aumentando de patada en patada.
Periodista 3: Eso es muy ridículo.
Zabaleta: ¿Ridículo? Yo en todo caso me preocuparía por lo peligroso que es.
Periodista 4: ¿¡Peligroso!?
Zabaleta: No, ¿quién dijo que sería peligroso? Bueno, voy a dar esta conferencia por terminada.

Patea la mesa y grita con los brazos en alto quizá, no lo sabremos, festejándose ignorantemente victorioso.

F I N

 
Creative Commons License
Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-Sin Obras Derivadas 2.5 Argentina.