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Personajes:
El Gran Zabaleta
Dr. Zimelbaum
Tres Alumnos
Una alumna con buen escote

Extrañamente el Dr. Zabaleta ha llegado en su nuevo medio de transporte, una bicicleta con motor, al prestigioso Instituto Balseiro. De alguna forma los catedráticos han decidido que presida la mesa de exámenes de Física Nuclear II, materia de la cual, claro está, Zabaleta abunda en conocimientos inútiles.

Zabaleta acercándose en su irrisorio medio locomotor al instituto...

Zabaleta: Ayyy!!!!! Dios Santo... Esto no va a frenar. Apártense!!!

Obviamente todos se corrieron y observaron como Zabaleta, que se desplazaba a una velocidad por poco superior a los siete kilómetros por hora saltó de su biciclo motorizado y dejó que este se caiga unos metros más adelante debido a la poca velocidad que llevaba.

Zabaleta: Prácticamente se escapaba de mis manos la posibilidad de controlar la velocidad del bólido. Ahora que encuentro fuera de peligro, me hallo a su disposición.
Dr. Zimelbaum: Dr. Zabaleta, es siempre un gusto tenerlo nuevamente entre nuestros pasillos, pero nadie lo ha llamado.
Zabaleta: ¿Cómo que no? Tengo aquí en mi posesión la carta que pide mi presencia en este lugar.

Zabaleta saca de su media un papel y se lo entrega al Dr. Zimelbaum.

Dr. Zimelbaum: Esta es una factura del gas. Y por cierto no la pagó y venció hace más de tres años.
Zabaleta: Mmmm... ¡No me confunda!... Debo haber caído en error por circunstancias extremas, ajenas a mi parecer y designio. Aunque eso explica el extraño funcionamiento de mi cocina, a la que debí sacrificar por desobedecerme. De todas formas estoy aquí y espero serles de utilidad.
Dr. Zimelbaum: Aunque usted sea prácticamente inútil para todo lo que haga, confiamos en sus conocimientos sobre física nuclear y lo invitamos a presidir el tribunal de la mesa de exámenes de esa materia.
Zabaleta: ¿Física Nuclear, eh? Claro, cuenten conmigo, mi mente clara y mi criterio ecléctico harán de mí un excepcional calificador.
Dr. Zimelbaum: Perfecto, sígame.
Zabaleta: No, usted sígame a mi.
Dr. Zimelbaum: Sí, pero, doctor... está sumergiéndose en un lago artificial.
Zabaleta: ¿Eh, qué? Ahh, sí, cuando yo estudiaba aquí las aulas estaban ahí mismo.
Dr. Zimelbaum: Las aulas nunca estuvieron ahí, usted no estudió aquí, sólo vivió durante dos años porque creía que era su casa, y además innecesariamente se desnudó para ingresar al lago.
Zabaleta: Noto cierta crítica desenfrenada de su parte. ¿Será que está cuestionando mis poderes?
Dr. Zimelbaum: No, doctor, jamás se me ocurriría semejante despropósito.
Zabaleta: Mejor así, porque de lo contrario convertiría a su familia en una barra de uranio. Podría hacerlo con solo hacer la vertical.
Dr. Zimelbaum: (meneando su cabeza en señal de sorpresa por los desajustes mentales de Zabaleta). Todos lo sabemos. Ahora, le molestaría vestirse y seguirme.
Zabaleta: Lo seguiré, mas no me vestiría aunque lo suplicase el vizconde de Frankfurt.

Ambos se dirigieron hacia el aula magna, en dónde Zabaleta tomaría los exámenes finales a los inocentes alumnos. Los catedráticos logran que Zabaleta se vista y de esta forma hacen que ingrese el primer alumno.

Alumno 1: Buenas tardes, es un honor para mí que mis conocimientos sean examinados por usted.
Zabaleta: Claro, es un honor para mí que alguien crea que tengo conocimientos. Ahora, comience, por favor, a hablar sobre algo de lo que sea que haya estudiado...
Alumno 1: Sí. Voy a iniciar mi exposición sobre la aplicación de la teoría de la relatividad general a la producción de...
Zabaleta: No me interesa, mejor dígame la fórmula para convertir el pan dulce en oro.
Alumno 1: Pero doctor, las pretensiones de la Alquimia fueron refutadas como ciencia hace mucho tiempo y además...
Zabaleta: Silencio, inquilino de la casa de Hades. No puede aprobar esta materia, sea cual fuese, si no sabe decirme cómo se convierte el pan dulce en oro.
Alumno 1: Doctor, yo no sabría...
Zabaleta: Suficiente!!! usted está aplazado, su calificación será puesta en números negativos y colgada en la plaza principal para divertimento de la plebe.

Luego de que le avisen a Zabaleta que la nota debe ser un número entre 1 y 10 y que no tendría sentido colgarla de ninguna plaza, hacen pasar al segundo alumno.

Zabaleta: Bueno alumno, dígame su apellido.
Alumno 2: Buenas tardes, mi apellido es Estratefanópolus.
Zabaleta: No tengo ganas de pronunciarlo, está aplazado.
Alumno 2: Pero, doctor, no puede...
Zabaleta: Silencio!!! No cuestione mis poderes o haré que lo rapte una agrupación de trevestis chuecos.

Ingresa el tercer alumno. En este caso es una alumna.

Alumna: Buenas tardes, es un placer ver en persona al Dr. Zabaleta.
Zabaleta: Buen escote, aprobada.
Alumna: Preferiría ser aprobada por mis conocimientos sobre la materia....
Zabaleta: Me han dicho que tendría que tomar exámenes según mi criterio. Y mi criterio dice que usted aprueba. Pase otro.

Ingresa el cuarto alumno.

Alumno 4: Buenas...
Zabaleta: he oído suficiente y mi intelecto está comenzando a sentir el cansancio que cae como la tarde. Lo apruebo y me retiro.
Dr. Zimelbaum: Pero, doctor, hace apenas 10 minutos que está tomando exámenes y quedan 120 alumnos. ¿Qué hacemos?
Zabaleta: Mis tiempos no pueden ser discutidos. Con respecto a los otros alumnos inventen ustedes alguna ecuación que diga automáticamente quienes aprueban, las matemáticas los guiarán a la verdad, o algo así.

Zabaleta salió corriendo del aula, subió a su bicicleta, que aún se hallaba tirada en la entrada del instituto, y se retiró lenta e ignorantemente victorioso.

F I N