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Personajes:
El Gran Zabaleta.
Profesor.
Alumna.
El resto de los alumnos

(Zabaleta entra a un curso)

Zabaleta: Buen día Profesor. Espero no perturbar su clase con mi presencia.
Profesor: Zabaleta, la sola idea de su persona ya perturba a las mentes más concentradas, pero de todas formas no puedo privarlo de entrar.
Zabaleta: Gracias, procuraré que sea productiva mi visita a este claustro, mas no guarde usted esperanzas vanas.
Profesor: Jamás lo haría, alumno. ¿Le molesta una pregunta de índole personal?
Zabaleta: De ninguna forma, Doctor. Incurra usted en su cuestionamiento.
Profesor: ¿Por qué, en nombre de los cielos, se encuentra usted vestido de buzo?
Zabaleta: ¿Qué? OH! Dios mio!.
Profesor: No lo había notado. ¿Verdad?
Zabaleta: Observa usted correctamente.
Profesor: ¿Y de qué forma cree usted que ha llegado ese traje de buzo hasta sus manos?
Zabaleta: Desconozco la causa. Dios obra de formas misteriosas, ¿sabe?
Profesor: Sí, lo sé. Ha creado a la tierra y los cielos, a los hombres, a los animales, y a usted.
(Zabaleta, realiza su clásico gesto de levantar el pulgar y morderse el labio inferior, cerrando los ojos para indicar seguridad).
Profesor: Bueno, de todas formas voy a continuar con la clase. Estábamos hablando sobre las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial. ¿Posee, Zabaleta, algún conocimiento sobre el tema?
Zabaleta: Claro que sí.
Profesor: Espero ansioso descubrir esos conocimientos.
Alumna: Profesor, me gustaría usted observe que Zabaleta mira fijamente mis pechos.
Profesor: Oh, claro, alumna. Usted no está al tanto de esto. El hecho de que Zabaleta mire pechos no puede ser revertido. Dicen que eso traería consecuencias inimaginablemente catastróficas. Usted no quiere eso, ¿no?
Alumna: No, profesor, claro que no. ¿Cree usted que esto demore mucho?
(Zabaleta continúa absorto, mirando)
Profesor: No, eventualmente se cansará y se dormirá sobre su banco, babeando y diciendo incoherencias. Aunque esas últimas dos cosas las hace también despierto.
Alumna: Sí, se dice que su accionar no varía mucho en sus estados de sueño y de vigilia.
(Luego de un minuto en silencio, esperando a que Zabaleta termine, este cae, finalmente, dormido sobre su pupitre y entona la Marsellesa)
Profesor: Ahora sí es propicio continuar. Hablábamos de la conferencia de Yalta, en dónde Stalin se reunió...
(Zabaleta despierta y todos notan que está señalando al poniente)
Profesor: Zabaleta ¿Le molestaría dejar de señalar el poniente o, en su defecto, explicarnos el propósito de su accionar?
Zabaleta: Cesaré en mi actividad, debido a la falta de explicación que la sostenga.
Profesor: Lo imaginaba. A ver, Zabaleta, le voy a hacer una pregunta sobre el tema que estamos estudiando, ¿considérase usted un sujeto epistémico pertinente para responderla?
Zabaleta: Claro que sí.
Profesor: ¿Quienes se reunieron en la conferencia de Yalta y con qué propósito?
Zabaltea: Sí.
Profesor: ¿Es esa su respuesta final y completa?
Zabaleta: Efectivamente.
Profesor: Supongo que es mejor que la última que dio. ¿Lo recuerda? Fue cuando vomitó en la clase de Álgebra.
Zabaleta: (Riendo)... Hahahaha, ¿cómo he de olvidar semejante episodio?
Profesor: Nosotros tampoco lo haremos Zabaleta.
Zabaleta: Profesor, debo retirarme, actividades del diario trajín me obligan.
Profesor: Oh, retírese usted Zabaleta, no pequeño es el favor que nos hace. Y aprovechando que está usted dispuesto a hacernos ese favor, hágale uno más a la humanidad y consígase ropa digna. Aunque usted haya perdido la dignidad, no haga que la perdamos nosotros teniendo que verlo en estas circunstancias.
Zabaleta: No puedo prometer nada de eso. Adiós compañeros.
Alumnos: ¡Adios Zabaleta!.

(Zabaleta, vestido de buzo, hace un gesto similar al saludo militar, y se retira, corriendo, nuevamente ignorantemente victorioso).

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